Galicia lidera varias iniciativas para combatir la basura marina
Puede que no lo sepa, pero cada vez que come, bebe o incluso respira está tragando plástico. Es cierto que son minúsculas partículas, pero la exposición permanente a ellas puede suponer una amenaza aún desconocida para nuestra salud. Y es solo una pequeñísima parte de los problemas que generan los 25 millones de toneladas de residuos de este material que cada año se producen en la Unión Europea, del que solo se reciclan un 25 %, lo que supone literalmente tirar a la basura entre 70.000 y 105.000 millones de euros anuales. Pero el daño al medio ambiente y a los ecosistemas, incalculable, es aún mayor. Si estos datos no le convencen haga una prueba. Eche una ojeada al mar. Seguramente a simple vista no aprecie nada, pero cinco billones de partículas de plástico flotan libremente en los océanos del planeta, desechos de los que se nutre el plancton marino, el alimento de los peces, y que son el resultado de la descomposición -bien por la oxidación solar o por su fragmentación a causa del oleaje- de los entre ocho y diez millones de toneladas de polímeros, con sus correspondientes aditivos químicos, que cada año acaban en las aguas marinas. Un autentico desafío para la humanidad.
Las imágenes de tortugas asfixiadas por redes plásticas impactan en la conciencia colectiva, pero son solo la punta del iceberg de un mar de plástico que se concentra especialmente en los subgiros tropicales, donde se forman auténticas islas. Las cinco identificadas hasta la fecha, dos en el Atlántico, dos en el Pacífico y una en el Índico, ocupan ya 16 millones de kilómetros cuadrados, más de 31 veces la superficie de España y más de 1,5 la de Europa.
Un fenómeno global
Es un fenómeno global, pero del que Galicia en absoluto se libra. «Os principais prexudicados polos plásticos no mar son os ecosistemas mariños e, por extensión, a pesca, que supón un 2,1 % do PIB galego e un 3,2 % do emprego», alertan desde la Consellería de Medio Ambiente, que dentro de la Estratexia de Cambio Climático e Enerxía 2050 que está preparando ha dedicado una de las seis mesas de trabajo a la situación del medio marino. Avanzar hacia la consolidación de la economía circular es el otro gran objetivo. «Somos conscientes -explican- de que o futuro pasa por converter os residuos en recursos, fomentando así a economía circular, baseada no principio das seis erres: rexeitar, reducir, reutilizar, reparar, reciclar e responsabilizarnos».
Pero esta lucha involucra a toda la ciudadanía. Reflexione. Tirar una bolsa, una botella o una pajita es una acción que solo lleva un segundo, pero tarda una media de 400 años en degradarse en el medio ambiente. Otro dato: el mar tarda cuatro veces más en degradar una bolsa de plástico que una lata de refresco. Un daño que puede evitarse si minimiza la generación de residuos, reutiliza y recicla. No le costará mucho y ayudará a salvar el océano.
Jesús Gago, científico del Instituto Español de Oceanografía en su sede de Vigo comprueba a diario los efectos de la plastificación del océano. Y lanza una advertencia: «Necesitamos erradicar los plásticos de un solo uso». Va más allá aún en sus recomendaciones para librarnos de la tiranía del polímero. «Habría que promocionar -dice- el agua del grifo para evitar el uso de botellas. Habría que poner fuentes en los colegios y en los lugares de trabajo y ofrecerla en los restaurantes». Gago sabe de lo que habla. Coordina desde Vigo dos proyectos europeos sobre el tema. Uno, Oceans of Plastic, http://oceansofplastics.campusdomar.gal/, es un programa de divulgación del Campus de Excelencia Internacional Campus do Mar que nació con el objetivo de divulgar a la sociedad los resultados de la investigación en materia de plásticos y microplásticos y su impacto en el mar. Es esencialmente didáctico, con recursos gráficos y fichas del que pueden hacer uso los escolares para trabajar en el aula, quienes incluso pueden aportar soluciones para mitigar el problema.
La segunda iniciativa, CleanAtlantic, desarrolla, entre otras actuaciones, herramientas de modelado para predecir el origen, la circulación y el destino de la basura marina y la elaboración de mapas regionales con puntos calientes en los que se acumulan este tipo de desechos. «Es un fenómeno global, que no afecta solo a Galicia», advierte el investigador.
Nueva vida para los residuos recogidos del fondo marino
La prioridad pasa por minimizar el uso de plásticos, reutilizarlos y reciclarlos. Pero cuando ya no es posible queda una última opción: recuperarlos del mar para darles una nueva vida. Cada vez hay más iniciativas en este sentido y algunas están lideradas desde Galicia. Es el caso del proyecto Repesca_Plas, que tiene como objetivo recoger la basura marina en Galicia y Valencia para analizarla y valorarla en forma de nuevos productos de aplicación industrial. En la iniciativa colabora la Universidade de Vigo a través del grupo Ecotox, junto con el Instituto Tecnológico del Plástico, la Asociación Vertidos Cero y las cofradías de pescadores. Hasta el momento, los diez arrastreros de Vigo y Marín que participan en la iniciativa, junto a otras diez embarcaciones de Gandía, han recuperado una tonelada de residuos, cantidad que se duplicará de aquí a fin de año.
La iniciativa pionera en este ámbito, y quizás la más ambiciosa, es Upcycling the Oceans, que nació en el 2015 de la mano de la Fundación Ecoalf, la Fundación HAP y Ecoembes, que durante su primer año recuperaron en el Mediterráneo más de 180 toneladas de desechos con la colaboración de más de 450 barcos pesqueros de arrastre. El objetivo es recuperar la basura para transformarla en hilo de primera calidad para producir tejidos y la confección de prendas y complementos.
Pero más allá de este tipo de proyectos existen otros más enfocados en la investigación para determinar el impacto de la toxicidad de los microplásticos en los organismos marinos y, en última instancia, en la salud humana, algo que todavía se desconoce. Desde la Universidade de Vigo, el grupo Ecotox lidera el programa europeo Ephemare. «O plástico en si, o polímero, é completamente inocuo, pero o perigo principal ven dos aditivos que se lle engaden para facelo máis resistente, flexible ou darlle cor», explica Ricardo García Beiras, el responsable del proyecto. Del material base se desprenden agentes químicos como ftalatos o el bisfenol A, un potente disruptor endocrino. El equipo comprueba el efecto de estas sustancias en especies como mejillones o erizos de mar. «Poden provocar efectos tóxicos agudos que incluso poden ser letais e comprometer a viabilidade dos organismos», apunta Beiras. Y advierte que habrá que estudiar más a fondo las consecuencias que el consumo de peces contaminados puede acarrear en humanos.
Fuente: La Voz de Galicia
Imagen: Parley for the Oceans